En el último trimestre de 2024, la informalidad laboral en Argentina alcanzó cifras preocupantes, afectando al 42% de los trabajadores en los 31 principales aglomerados urbanos del país, según los datos más recientes del INDEC, basados en la Encuesta Permanente de Hogares (EPH). Si extrapolamos estos números a nivel nacional, más de 9 millones de personas, es decir, 4 de cada 10 trabajadores, carecen de derechos fundamentales como aportes jubilatorios, cobertura de salud y licencias laborales. Comparado con el mismo período del año anterior, este porcentaje ha crecido levemente (41,4%).
El informe de abril de 2024 se presentó como el primer análisis anual de la informalidad laboral, destacando tendencias inquietantes, como el avance en el cuentapropismo, especialmente entre los jóvenes, y una creciente brecha entre hombres y mujeres. A nivel de género, las mujeres enfrentan una tasa de informalidad del 43,4%, ligeramente superior al 40,9% de los hombres. En cuanto a la edad, los trabajadores más jóvenes, especialmente los menores de 29 años, se ven más afectados, con un 58,7% de informalidad, frente al 36,5% de aquellos entre 30 y 64 años.
El informe también revela que ciertos sectores de la economía, como el servicio doméstico (77%), la construcción (76,6%) y el comercio (51,9%), son responsables de gran parte de la informalidad. La situación se complica aún más con la existencia de empleos informales dentro de empresas que deberían ser formales, así como con trabajadores no registrados en el sector doméstico.
Un futuro incierto para los más jóvenes
Los jóvenes varones, en particular, parecen ser los más perjudicados por esta tendencia hacia la informalidad laboral. En 2024, la tasa de actividad de los jóvenes de 14 a 29 años bajó del 55,4% al 52,2%, mientras que el porcentaje de empleo disminuyó del 49% al 45,7%, con un aumento en el desempleo, que pasó del 11,5% al 12,5%. Estos datos coinciden con los informes de otras consultoras y organismos públicos, que alertan sobre la vulnerabilidad de este grupo ante la creciente informalidad.
Este fenómeno no es aislado y refleja una crisis más amplia en el mercado laboral argentino. La desaparición de puestos de trabajo formales, tanto en el sector público como privado, ha impulsado a muchos jóvenes hacia el cuentapropismo, pero también hacia una “ocupación demandante”, en la que buscan trabajar más horas para contrarrestar la caída de los salarios. La situación se vio reflejada en los últimos datos de empleo del gobierno, que indican que, desde la asunción de Javier Milei, se han perdido más de 173.000 empleos asalariados registrados.
Perspectivas negativas para el empleo en el futuro cercano
Los especialistas advierten que la tendencia a la baja en el empleo formal continuará, especialmente a raíz del fuerte aumento de la inflación en marzo, que amenaza con frenar cualquier posible recuperación en el corto plazo. Además, la actual reestructuración de la economía, con un énfasis en sectores que no generan muchos empleos, sugiere que el panorama laboral no mejorará en el futuro cercano. Para sumar a la incertidumbre, la tasa promedio de informalidad juvenil en América Latina y el Caribe es alarmantemente alta, alcanzando el 54,4%, según datos de la OIT y la Cepal.
Este escenario de creciente informalidad laboral, particularmente entre los jóvenes, plantea desafíos significativos para el país, con pocas señales de un cambio positivo en el horizonte.