A pocos días del inicio del Cónclave que definirá al nuevo líder de la Iglesia Católica, el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, volvió a colocarse en el centro de la escena mediática con una jugada tan insólita como calculada: publicó en su red social Truth Social una imagen suya vestido con los atuendos papales. La foto, claramente generada por inteligencia artificial, fue compartida también por la cuenta oficial de la Casa Blanca, generando una ola de reacciones que oscilan entre la incredulidad y el malestar.
“Me encantaría ser Papa. Él sería mi primera opción”, declaró Trump en tono jocoso días atrás, cuando fue consultado sobre el futuro del Vaticano. La frase, en principio interpretada como un exabrupto más de su repertorio, tomó otra dimensión tras la publicación de la imagen, donde aparece con mitra, báculo y una expresión solemne digna de cualquier retrato renacentista. Aunque carente de toda veracidad, la escena evoca un guiño inquietante: la de un líder que no distingue límites simbólicos cuando se trata de mantener su protagonismo político.
El Papa que vino del Norte (por IA)
El gesto, que algunos calificaron de “provocación”, ocurre en un momento especialmente delicado para el catolicismo global. Con la muerte del Papa Francisco y el inminente Cónclave en marcha, los ojos del mundo están puestos en Roma. Trump, fiel a su estilo, eligió interferir desde el espectáculo, insertando su imagen en una tradición milenaria que nada tiene que ver con la política estadounidense. O tal vez sí: su mensaje podría leerse como una metáfora sobre su intención de seguir acumulando autoridad, aun en los terrenos más inesperados.
No es la primera vez que el expresidente utiliza recursos visuales, falsificaciones irónicas o estrategias de autoparodia con fines políticos. Tampoco es la primera ocasión en la que busca proyectar poder desde un escenario simbólico. Esta vez, sin embargo, el gesto cruzó fronteras religiosas, despertando cuestionamientos éticos sobre el uso de imágenes manipuladas en contextos de alta sensibilidad institucional.
Trump en Roma y su opinión sobre los “papables”
Trump estuvo recientemente en el Vaticano para asistir al funeral de Francisco, acompañado por su esposa Melania. En ese marco, también mantuvo un encuentro con el presidente ucraniano Volodímir Zelenski, en medio de las negociaciones por el acuerdo de cooperación sobre tierras raras. Pese al respeto diplomático que exige el momento, el exmandatario no dudó en sumar una dosis de espectáculo a su paso por Roma.
Consultado sobre sus preferencias para la sucesión papal, Trump respondió que no tenía “ninguna opción en particular”, aunque mencionó que el cardenal de Nueva York, Timothy Dolan, “podría hacer un gran trabajo”. Dolan, sin embargo, no figura entre los favoritos del Cónclave, donde los nombres con más peso son Pietro Parolin (secretario de Estado del Vaticano), Matteo Zuppi (presidente de la Conferencia Episcopal Italiana) y Luis Antonio Tagle (arzobispo de Manila).
Provocar, la otra campaña
En el contexto actual de campaña presidencial y con causas judiciales aún abiertas, Trump refuerza su estilo confortativo y su capacidad para instalar temas incluso en escenarios ajenos. Ya no se trata solo de política doméstica: el exmandatario parece decidido a ampliar su esfera de influencia simbólica, aunque eso implique recurrir a imágenes tan extravagantes como un papado ficticio.
Si el humo blanco anunciará un nuevo Papa, lo cierto es que Trump, una vez más, logró lo que buscaba: estar en el centro de la conversación.